PALOMAS:
CARACTERÍSTICAS
La paloma (Columba livia) es una especie autóctona de la familia de los Colúmbidos que forma parte de la fauna urbana. Nos acompaña en parques y jardines e incluso ha sido elegido como símbolo de la paz. La especie en su origen nidifica en agujeros presentes en acantilados rocosos cercanos al mar, y en la ciudad busca la similitud en pequeñas cavidades de ventilación, así como en cortes de las fachadas de edificios. Estos aspectos, junto con un clima favorable y unos recursos ilimitados, hacen que encuentre en la ciudad un hábitat adecuado para su supervivencia.
REPRODUCCIÓN
Son gregarias, les gusta congregarse en grandes bandos que pueden llegar a ser de varios cientos de individuos. Una colonia de palomas incluye aproximadamente un porcentaje igualitario de machos y hembras, pero únicamente el 60% de la población se reproducirá; el resto serán aves jóvenes, seniles y enfermas. Se pueden aparear en cualquier época del año, especialmente en la ciudad donde cuentan con suficientes recursos, aunque con especial intensidad en primavera y otoño.
Son monógamas. Una vez constituida, la pareja es definitiva (a menos que uno de los componentes enferme o muera). El macho es el responsable de la seguridad del nido y de la pareja, mientras la hembra será la principal encargada de incubar la puesta, aunque el macho también ayuda puntualmente. Suelen poner unas 6 puestas al año de dos huevos que darán una descendencia anual de unos 12-20 pollos por pareja. En estado salvaje, la supervivencia es de unos 15 años, mientras que en hábitats urbanos se reduce a 4-5 años.
ALIMENTACIÓN
La alimentación en medio urbano se compone básicamente de residuos, basuras y cebados voluntarios de los ciudadanos. La comida ingerida es digerida con la ayuda de pequeñas piedras o arena que sirven para moler el alimento en la molleja. Requieren agua diariamente.
CONTROL ÉTICO DE LA POBLACIÓN
La sobrepoblación de esta especie, sin embargo, puede conllevar problemas al actuar como transmisoras de diferentes enfermedades. Otras problemáticas derivadas de un aumento incontrolado de la población de palomas son la acumulación de sus excrementos, de elevado efecto corrosivo, que puede provocar daños en las estructuras de edificaciones, espacios de uso público y mobiliario urbano, a la vez que ensucian aceras y fachadas. Asimismo, los nidos pueden ocupar y obstruir agujeros de ventilación.
Pero la solución a estas situaciones no es su captura y sacrificio, como ya se ha demostrado con tantas actuaciones aplicadas sin éxito alguno. La población de palomas es proporcional al alimento que encuentren en un determinado lugar, así pues, a mayor alimento disponible, mayor capacidad reproductiva y densidad de población. Eliminar un número X de individuos solo serviría de este modo para parchear el problema, puesto que en los próximos años la población de aves se multiplicaría. A esto, habría que añadir otro problema: con las palomas y otras especies de nuestro entorno, la eliminación de un grupo, solo sirve para “dejar libre” ese territorio, que vuelve a ser ocupado por el siguiente grupo, por el denominado “efecto vacío”…
Por lo tanto debemos cambiar el modo de actuar y aplicar la ética como base. Un control ético que está dando muy buen resultado y al que están accediendo gran cantidad de Ayuntamientos. Se trata de la administración de pienso anticonceptivo mediante dispensadores automáticos. Este pienso consigue que durante el tiempo que las palomas lo están consumiendo, su puesta (huevos) no llegue a término, y por tanto no se reproduzcan. Es seguro para ellas, resto de aves y animales, así como para el medio ambiente.
Incidir en el hecho de que en el momento de que se deja de administrar, esas mismas palomas podrán volver a criar, por tanto es “anticonceptivo”, no “esterilizante”.
Otra medida de actuación dentro del control ético de palomas es la instalación de palomares ecológicos urbanos. Las palomas que lo habitan hacen en su interior sus nidos, pero sus huevos son cambiados por huevos falsos de plástico. Ellas no advierten la diferencia y siguen incubando éstos, por lo tanto, no nacen pichones de paloma y disminuye la población.
Estas dos medidas deben ir acompañadas de una campaña de divulgación a la ciudadanía en la que se informe de las medidas adoptadas y, al mismo tiempo, se encamine hacia la educación en el respeto a estas aves.
Valencia es un buen ejemplo de control ético de palomas dentro de la fauna urbana. Desde 2017, tienen implantado un proyecto pionero en toda España ya que integra todas las estrategias posibles en la gestión ética de las palomas. Trabajan de la mano de la ONG “Mis amigas las palomas”.
En concreto, se instalaron 9 palomares ecológicos donde periódicamente hay un cambio de huevos por huevos falsos, así como un control sanitario de las mismas. Así mismo, se administra pienso anticonceptivo para controlar la población. Y todo ello de la mano de una buena campaña informativa y de concienciación a la ciudadanía.